jueves, septiembre 22, 2005

Princesa tibia*

Más viejo de lo que parece...

Él la miraba, en su morada de los fines de semana, con mezcla de amor y dulzura; pero con un dejo de molestia, angustia o incomprensión. No tanto porque ella se había dormido sin esperar que él vuelva de fumar, sino por no poder descifrar la metamorfosis que sufrían sus facciones mientras vagaba por un mundo de ensueño donde él no podía alcanzarla.
Su cara de ángel encajaba a la perfección, como la última pieza de un rompecabezas, en esa habitación cálida y graciosa, mezcla de ridiculez y ternura infantil, que hace un tiempo los había descubierto haciendo el amor. La silueta de su cuerpo podía adivinarse, en la oscuridad, debajo de las sábanas. No se atrevió a destaparla. El cuadro era demasiado perfecto como para intentar una pincelada que echara a perder su belleza.
Por eso, sólo atinó a acariciarle el pelo, sus mejillas rosadas y lo poco que había quedado de su espalda desnuda descubierta.
Y mirarla.
Y amarla. Un poco más cada minuto.
Y en cada caricia le juraba amor eterno.
Pero ella no lo escuchaba.
Permanecía inmóvil en su limbo, perdida en el mundo al que la habían transportado sus sueños esa noche…Pero su figura, serena y tranquila, había comenzado a inquietarse.
Su respiración se agitaba más y más cada segundo, sus manos y piernas temblaban y sus puños se abrían y cerraban con fuerza.
Sus mejillas abandonaron su color vergonzoso habitual y se ciñeron en una palidez descomunal, su boca emitía gemidos que se convertían en gritos de desesperación y de sus ojos caían lágrimas, como una pequeña llovizna que luego se transformó en pesadas gotas de lluvia torrencial, dejando charcos en la almohada. Enmudecido, él seguía la imagen sin salir de su asombro y desconcierto.
Le tomó la mano e intentó, en vano, calmarla con besos y palabras dulces susurradas al oído. Pero ella no estaba allí. No podía sentirlo, o quizá sí, pero en medio de su confusión no comprendía sus cantos de amor.
En su cara sólo había terror.
Cada uno de sus gestos denotaba el dolor de una profunda amargura que se corporizaba en cataratas de lágrimas que se deslizaban de sus ojos lluviosos, humedeciendo todo cuanto la rodeaba. Su rostro y su cuerpo convulsionado sufrían continuas alteraciones y en ellas se veía cómo el miedo se apoderaba cada vez más de su sueño, donde él no podía entrar, conformándose tan sólo con adivinarlo siguiendo los cambios que veía en ella.
Diez segundos eternos pasaron hasta que por fin abrió los ojos..., pegó un salto descontrolado dejando entrever su desnudez en la oscuridad. Se deshizo de las sábanas que se habían enredado en su cuerpo, lo abrazó con fuerza, casi ahogándolo y lloró.
-No puedo. No lo voy a lograr, murmuró.
-¿Lograr qué?, le preguntó él al oído mientras le sostenía la cabeza y secaba sus lágrimas con caricias.
Ella suspiró.
-Estoy cansada, no tengo más fuerzas para correr, susurró agitada.
Él, cada vez más perdido, intentaba adivinar qué era lo que había invadido sus sueños para transformarlos en aquella pesadilla. No sospechó que lo que la atormentaba era su propia realidad que la había perseguido hasta la habitación y aprovechó el vacío que él había dejado para infiltrarse en sus sueños y llenarlos de miedos y sombras.
-¿Escaparte de qué? ¿De quién?, preguntó cada vez más desconcertado.
No contestó. Lo abrazó más fuerte, clavándole las uñas en la espalda y rompió en un llanto desesperado.
-Quedate tranquila mi amor, estoy aca con vos, no voy a soltarte y nadie te va a agarrar. Fue una pesadilla, nada más- le dijo, quien sabe si a modo de ruego o consuelo.
-No, no no!!! Es que no entendés!!!, le gritó sin voz.
Él le acarició el pelo, la tomó de las mejillas y la miró fijamente a los ojos, con una dulzura única de quien es capaz de dar hasta la vida por su amada.
Ella sólo atinó a susurrarle lo que era un esbozo del porqué de su congoja.
-Me persiguen, no puedo evitarlos, lo intento, te juro que lo intento, todos los días pero no quieren dejarme…y a veces me agarran ... y no puedo correr más.
Y se hechó a llorar en su hombro.
Él la tomó fuerte de los hombros, la acercó hacia él y la besó en los labios hasta calmar su balbuceo desesperado. Le secó las lágrimas por enésima vez y tras un silencio prudencial y solemne le pidió, casi suplicando, que le cuente qué era lo que la tenía así, lo que no la dejaba dormir en paz., quién la corría, que fantasmas se habían cruzado en sus sueños para causarle tanta angustia.
Ella lo miró con miedo y ternura, tragó saliva, derramó una última lágrima que se escurrió por sus mejillas hasta mojar su cuerpo desnudo, bajó los ojos y con la voz cansada murmuró:
-Me persiguen los fantasmas de tus historias pasadas, de amores que deseaste y no tuviste.
Recién ahí, fue capaz de comprender todos sus miedos.

*fue sin ánimo de robarle el título a nadie... simplemente fueron las dos palabras que vinieron a mi mente apenas terminé el texto... parece que la influencia noblista acecha por aca también (aunque en este caso sólo sea para aportar títulos)

miércoles, septiembre 07, 2005

En el subte


No lo iba a subir... pero es uno de los pocos que escribi en el que me fui descubriendo con cada palabra que dibujaba sobre el pedacito de papel que tenía en el viaje de vuelta a casa, después de despedirnos de uno de nuestros escapes fugaces, en la línea D del subte...
...y todo gracias a vos, como siempre...


"Las obviedades a veces no se ven", dijiste...y para variar, siempre te contradecis con tus palabras.
Esperaste que otros entiendan lo "obvio"...lo "obvio" para vos...
y ni siquiera, porque ni vos podés darle explicación o lógica.
¿Por qué no se lo decís?... porque sabés que lo "obvio" deja de ser "obvio" cuando es absurdo...
"¿Por qué no sentís en vez de pensar tanto?", te dijo...
pero sabes que no podés, que es tu imposible, que no vas a lograrlo.
"¿Por qué no vivís el días a día como yo?", te "suplicó" para ver si dejabas de llorar...
(porque de que no sufras se encargaron otros)
sí... otros... nunca vos...vos vivirías sufriendo porque llevás la tristeza en la sangre y el dolor en las venas
¿Y sabés por qué llorás?, ¿te lo tengo que decir yo?, ¿Yo... que no sabes quien soy...?
Soy vos, a la distancia...
Llorás porque nunca fuiste tan feliz y tenés miedo,miedo de enamorarte como te estás enamorando... miedo de que todo se desvanezca en el tiempo que dura un suspiromiedo de que tu vida deje de tener ese sentido que siempre buscaste...y que él le dio, casi sin que se diran cuenta...
Y es tan lógico como absurdo que esas cosas duelan, es lo primero que pensaste cuando, al leerlo, una lágrima se escapó por tu mejilla...
"No te enrosques", te dijeron las voces que más escuchas...y sabes que tienen razón, que no tiene sentido, que es... absurdo...
y que lo vas a seguir haciendo y que vas a seguir llorando, porque sos así...
y por eso no se lo decís...

¿Ahora puedo hablar yo? no desde lejos, sino yo, bien desde adentro...
No creo en las obviedades, aunque me engañe con ellas para justificar mis silencios.
No es que no sienta, sino que mis pensamientos van más rápido de lo que puedo entender y se pisan y me confunden
y mezclan frases, palabras, imágenes y recuerdos que crean fantasmas nuevos (¿o recrean los viejos?)
Y no es que me guste sufrir porque sí, porque quiero...es algo innato... no lo busco, me nace
Y no es que no intente cambiarlo, o que no pueda
pero lo imposible "me lleva un poco más de tiempo"...
Y si el miedo se adueñó de mis sentimientos es porque ya no me da igual, es porque te quiero y así como vinieron, los fantasmas se van a ir...Y no tengo miedo a ser feliz, sólo me asustan los avatares del destino...
Y no es que no me guste todo lo que escribe, simplemente a veces me deja pensando demasiado, y me asusto...
por eso los leo una sola vez (se que no y sabe que no)
por eso lloro más de una vez y por eso trato de que no lo note...
por eso intento guardarlo para mí, para que no deje de inspirarse aunque duela,
para que no sufra por mi llanto con explicación y sin sentido,
para no darle el gusto a mis fantasmas (ni a los suyos) de ganarme esta batalla porque ya gané el round más importante y me olvidé de la palabra perder...
aunque a veces su inspiración duela...*

*...tenías razón, internamente siempre sabemos lo que nos pasa... pero a veces una respuesta duele más que mil silencios... pero como hay ciertos silencios que confunden más que una respuesta, estoy aprendiendo a hablar a tiempo... porque la incertidumbre que se pierden en el medio de un silencio malentendido, eso sí, duele más que la peor respuesta...

jueves, septiembre 01, 2005

Capricho


Algunas mujeres somos un poquito así... mezcla de ternura y tristezas, lloramos sin motivos ni razón y nos acostumbramos a vivir con los ojos lluviosos...

"Pero no me preguntes, no me preguntes nada de porqué lloré tanto en la noche pasada;
Las mujeres lloramos sin saber, porque sí;
Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto, un mar un poco torpe, ligeramente estulto, que se asoma a los ojos con bastante frecuencia y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes, amado, lo debes sospechar: en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más.
Tempestades que las trae y las lleva, un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristañería, fruto de carnaval decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto?
Ya lo dijo el poeta: movilidad absurda de inconciente coqueta.
Bien; no, no me preguntes.
Torpeza de mujer.
Capricho, amado mío, capricho debe ser".
Alfonsina Storni